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By Max Lucado

Los cientificos nos aseguran que los seres humanos no podemos vivir sin agua, y ni siquiera lo intentamos. Pero ?sobrevivir sin Dios? Oh, eso si lo hacemos, tomamos un sorbo, lo saboreamos; sin embargo, estamos inclinados a pasar por largos periodos de tiempo sin un buen trago de los angeles fuente del Senor. Y pagamos un precio al hacerlo. Nos encogemos. Nos torcemos y retorcemos contra este mundo...los organos se endurecen...el corazon se endurece.

En este libro, renovador y vivificante, Max Lucado, nos guia a los cuatro nutrientes esenciales que cada alma necesita.

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Pásate la vida diciéndole a Dios que te deje en paz y Él lo hará, pero no será paz lo que tendrás. 12). 8-9). Cristo no guarda secretos acerca del infierno. En su descripción se propuso confrontar al alma humana con su realidad terrible. 48) Los ciudadanos del infierno anhelan morir, pero no pueden. Ruegan por agua y nunca la reciben pues han sido traspasados a una noche sin aurora. �Qué podemos hacer al respecto? Si todos hemos sido infectados y el mundo está corrompido, ¿a quién acudimos? 30).

Cada mañana un sacerdote llenaba un jarrón dorado con agua de los manantiales de Gihón y lo llevaba por un sendero rodeado de espectadores hasta el templo. Hacía esto una vez cada día, durante siete días. En el último, el gran día de la fiesta, el sacerdote daba siete vueltas alrededor del altar, empapándolo con siete vasijas llenas de agua. Pudo haber sido en ese mismo momento cuando un rabino rudo de las tierras norteñas convocó la atención del pueblo. «En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

Cuando de sed corporal se trata, hemos aprendido a usar los productos correctos. Haz lo mismo por tu corazón. No todo lo que pongas en tus labios te saciará la sed. Los brazos del amor prohibido pueden satisfacer por un tiempo, pero solo un tiempo. Las semanas laborales de ochenta horas dan cierto sentido de realización, pero nunca quitarán la sed del alma. Ten mucho cuidado con las botellas que tienen la etiqueta de “religión”. Jesús lo tuvo. Observa en qué situación decide pronunciarse. No está hablando a prostitutas ni a belicosos, tampoco a presos ni alumnos en un reformatorio.

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